En el salón del automóvil de ginebra de 2013 llegó el competidor del Renault twizy, el Toyota i-road.
Desde el año 2003 Toyota ha estado jugueteando con aparatos de movilidad personal en el Salón de Tokio. Primero fue el llamado "Personal Mobility" en el citado 2003. Después llegó el i-Unit en 2005, el i-Swing en 2007, el i-Real en el mismo 2007, que repitió en 2009 mejorado. Todas estas interpretaciones de la movilidad urbana sostenible eran poco más que sillas motorizadas, con o sin cúpula para proteger al pasajero-conductor.
El estreno público del i-Road va a ser en sistemas de "car sharing",
tanto en Japón a través del Ha:Mo como en Francia a través del programa
instaurado en Grenoble. Este experimento francés tiene 20 estaciones de
recarga e intercambio de vehículos, y 70 coches, y funciona de manera
similar al Bicing de Barcelona.
El coste de servicio en Japón es de unos dos euros por los 10 primeros
minutos, y 20 céntimos al minuto a partir de ahí. Si aparcas para
comprar en un punto de recarga, pero quieres tener el vehículo
reservado, te cobra entre 1 y 2 céntimos al minuto. Si haces cuentas y
te mueves mucho por la urbe, verás que este tipo de movilidad es más
rentable que tener un coche a gasolina aparcado en un parking de pago
normal.
El i-Road pesa 300 kilos, tiene una velocidad limitada a 50 km/h, y
usarlo es como conducir una mezcla entre motocicleta y montaña rusa. Eso
sí, no tenemos ni idea de la autonomía de su batería de litio, y
tampoco nos lo quiso aclarar Toyota.
Si te paras en medio de una curva, el i-Road acaba poniéndose "recto".
Con todo, el i-Road se siente sólido, estable en ciudad, y eso que es
estrecho prácticamente como una moto "gorda". Ocupa poco en el parking, y
viendo lo que ponía en el cuadro de mandos, rodar 50 kilómetros con una
carga parece algo sensato.
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